En entrevista con RFI, el economista argentino Marcelo Elizondo estima que la decisión del gobierno argentino de ordenar a empresas del Estado la venta o canje de bonos en dólares por nuevos instrumentos en pesos es 'una mala medida en términos de reputación y de generación de confianza' porque se está mostrando 'una actitud de desesperación'. Argentina necesita dólares para financiar el gasto público y sostener su moneda. Las elecciones se acercan y la opción de un ajuste amplio podría pasar factura política. Paralelamente, la recaudación de las agro-exportaciones ha disminuido por la mala cosecha causada por la sequía. El gobierno argentino ha decidido buscar los dólares en otro lado: obligando a las empresas estatales a vender los bonos que tienen en dólares como ahorro y comprarlos en pesos. El gobierno busca con este mecanismo ofrecer al mercado instrumentos con valor dólar, los cuales son muy demandados en el contexto de incertidumbre y de inestabilidad actual. En Argentina, recordemos, la inflación superó el 100%. La medida también permitirá recaudar fondos emitiendo nueva deuda en pesos. Pero esta decisión ha causado mucho revuelo, sobre todo por lo que se refiere a la agencia que administra las pensiones. La oposición estima que los jubilados pueden verse perjudicados. Aclaraciones con el economista Marcelo Elizondo. "Este tema produce una sensibilización especial porque la Argentina ha tomado históricamente muchas decisiones que han sido contrarias al respeto de los contratos, a la estabilidad y a la seguridad jurídica. El país tiene muy mala reputación y por eso genera una considerable duda. La agencia de administración de las pensiones que se menciona tiene lo que se llama un ‘fondo de garantía’. Estas son, en realidad, inversiones financieras que tienen el respaldo de garantía que no utiliza para el pago de las pensiones. Las tiene como quien tiene una reserva que no se utiliza cotidianamente. Los títulos que (el gobierno) obliga a vender provienen de ahí. De modo que no hay una afectación directa en la capacidad de pago. Donde sí hay una afectación potencial es que, en el caso de que hubiera la necesidad de acudir en el futuro a ese fondo de garantía, lo que hasta ahora no ha ocurrido jamás, probablemente ese respaldo sería menor". Aunque las pensiones no corran peligro y no estemos ante una “pesificación” de la economía, como ocurrió en 2.001, porque no se están tocando directamente las jubilaciones, los efectos de la medida son limitados y dan una imagen nefasta. "Esta medida va a calmar momentáneamente, por muy corto plazo, la demanda creciente de activos en dólares generados por la incertidumbre y la inestabilidad. Por un tiempo aquellos que querían comprar dólares porque temen cierta depreciación o devaluación de la moneda local, pueden comprar estos activos que en el mercado cotizan, además, a un precio muy bajo y tienen un instrumento dolarizado. Entonces puede que esto atenúe la demanda de divisa extranjera y la corrida contra el peso en la Argentina. Pero todo esto es, repito, a muy corto plazo. No es sostenible. En el mediano y el largo plazo, el problema reaparecerá. En términos de reputación y de generación de confianza es una mala medida. Con ella se está mostrando una actitud de desesperación. Se está acudiendo a instrumentos de urgencia que no contribuyen en lo más mínimo a la buena reputación".