¿Salvar la economía o la naturaleza? El 20 de agosto, los ecuatorianos acuden a las urnas. Votan en unas elecciones presidenciales anticipadas para buscar al sucesor de Guillermo Lasso, pero también tienen cita para participar en un referéndum. La pregunta a la que deberán responder es si mantienen el petróleo que está bajo el parque nacional Yasuní y así preservar la naturaleza y los pueblos indígenas, o dan luz verde para seguir explotando el crudo. Después de 10 años de lucha, el colectivo YASunidos consiguió que sea el pueblo ecuatoriano el que decida directamente si el Gobierno ecuatoriano continúa la explotación de los recursos del subsuelo, o deja intacto el crudo de los tres pozos “Yasnuí-ITT” (ITT se refiere a la letra inicial de cada yacimiento: Ishpingo, Tiputini y Tambococha), también conocido como bloque 43.Estos pozos se encuentran en el Parque Nacional Yasuní, una de las regiones más biodiversas del mundo, en pleno corazón del Amazonas ecuatoriano. Es una región de un millón de hectáreas desbordada por la naturaleza y donde pueblos indígenas viven aislados voluntariamente, y de una fauna y flora excepcional.De allí se extraen cada día unos 55.000 barriles de crudo, alrededor del 11 % de la producción nacional. De poner fin a la explotación, la compañía petrolera estatal, Petroecuador, estima que el perjuicio en rentabilidad sería de unos 1.200 millones de dólares al año. Es por ello que para los ecuatorianos existe un dilema entre la preservación de este santuario de biodiversidad y las necesidades económicas. “El planteamiento ambiental es importantísimo, y también la protección de los pueblos no contactados. Sin embargo, la economía ecuatoriana atraviesa problemas muy serios en su balanza comercial en estos momentos. Tienen números en rojo en el financiamiento fiscal, y por lo tanto requiere de esos recursos”, explicó a RFI Simón Pachano, politólogo y profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO. Así como Ecuador exporta el crudo, también depende fuertemente de las importaciones de los derivados del petróleo, los cuales son fuertemente subsidiados. Es por ello que el politólogo alerta sobre la posibilidad de que el costo de importación de la gasolina, por ejemplo, sea más alto que la exportación del crudo, en caso de dejar de extraer este recurso. “Ecuador dejaría prácticamente de ser un país petróleo porque los ingresos ya no serían significativos”, dijo. El dilema del “Sí pero No”Entonces, un triunfo del Sí a dejar intacto estos pozos del corazón del Amazonas ¿cerraría el debate sobre la explotación? A esta pregunta el politólogo responde con una rotunda afirmación.“Sí, porque este pozo es prácticamente el único que permanece en explotación dentro del Yasuní”, sostuvo. Además, Pachano estima que, tras una hipotética cancelación de esta fuente energética, acciones similares podrían extenderse a otras partes del país, ya que los grupos ambientalistas tomarían más fuerza. Se plantearía entonces “hacer lo mismo en otros campos petroleros que se encuentran también en la Amazonía”, concluyó. De ganar el Sí en la consulta, Petroecuador tendría un año para retirar de manera progresiva toda actividad relacionada con la extracción de petróleo.Ramón Correa Vivanco, gerente de la compañía petrolera, juzga insuficiente este plazo de tiempo. “Volver la selva a su condición original, eso toma muchísimos años”, manifestó en un video gubernamental.