La Corte Internacional de Justicia rechazó el pedido de Nicaragua de extender su frontera marítima sobre territorio colombiano. En este largo litigio, Nicaragua buscaba ampliar su zona marítima cerca de las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Nicaragua y Colombia mantienen un conflicto silencioso, pero sobre todo diplomático, desde hace más de un siglo. En la última década, estaban sumidos en una disputa territorial para determinar dónde termina el mar.En 2012, la Corte Internacional de Justicia le dio la razón a Nicaragua. El gobierno de Daniel Ortega reclamaba derechos sobre el lecho y el subsuelo de una zona del Caribe, que se encuentra más allá de las 200 millas náuticas establecidas por el derecho internacional. Dicha extensión entraba en conflicto con la plataforma marítima colombiana que comprende las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Este jueves 13 de julio, 11 años después, la Corte falló a favor de Colombia. “Desde el 2012 Colombia ha tenido una actitud desafiante. No le quedó más remedio a Nicaragua que entablar dos nuevas demandas en abril de 2022. La Corte condenó a Colombia y hoy frena las pretensiones que tenía Nicaragua. Es un llamado que hace el juez de la Corte Internacional de La Haya a los dos Estados a que se acerquen para una buena gestión común de esos espacios marítimos que comparten”, opina Nicolas Boeglin, profesor de derecho internacional en la Universidad de Costa Rica.Para Julián Bonilla Montenegro, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Militar Nueva Granada, las posibles negociaciones tendrán que poner sobre la mesa cómo repartirse los recursos que se encuentran aquí.Un equilibrio algo complicado en este momento, debido a las tensiones actuales, agravadas incluso por las decisiones de la Corte Internacional de Justicia.“Si Colombia se negó inicialmente a acatar el fallo de 2012, ¿por qué Nicaragua podría aceptar el fallo de 2023? Esto implica la necesidad de que ambos Estados negocien para poder establecer cómo se podría garantizar una armonización de los espacios marítimos que corresponden tanto a Colombia como a Nicaragua”, dice a RFI.“Debe tomarse en consideración un factor fundamental: el establecimiento de las líneas de demarcación equidistantes entre las zonas costeras - archipelágicas costeras para Nicaragua y archipelágicas para San Andrés, Providencia y Santa Catalina - para poder hacer las proyecciones de lo va a ser el mar territorial, la zona contigua, la plataforma continental y la zona económica exclusiva, de forma que le podrían corresponder ambos Estados. Debe articularse bajo un principio general de negociación, pues la idea sería buscar cuáles son los elementos que beneficiarían de manera equitativa a cada una de las partes”, detalla Bonilla Montenegro.Nicaragua no reconoce los tratados firmados durante la primera mitad del siglo XX, como el de 1928 que establece las fronteras marítimas con Colombia. Juzga que durante esos años el gobierno estaba controlado por los Estados Unidos.