Autoridades colombianas señalaron al Tren de Aragua, una temida organización del crimen que surgió en Venezuela, como la responsable de al menos 23 asesinatos cometidos este año en Bogotá, algunas de cuyas víctimas fueron desmembradas. En el último mes, se han registrado asesinatos particularmente cruentos, productos de la guerra por el control de los mercados de la droga en barrios marginales de Bogotá. Este fenómeno conocido como el microtráfico no solo recae en bandas colombianas, sino en carteles mexicanos, brasileños y venezolanos. Solo en la última semana han sido hallados en bolsas los cuerpos descuartizados de cuatro personas en diferentes puntos de la capital colombiana. El Tren de Aragua está detrás de "17 hechos de violencia durante lo corrido del año y 23 víctimas mortales, cuatro de ellas con desmembramiento", informó el comandante de policía de Bogotá, general Carlos Triana. El descuartizamiento de las víctimas para ocultarlas en bolsas y costales es "una modalidad que no se había visto en la ciudad", agregó Triana. El incremento de este accionar criminal podría poner en peligro el tan ansiado Pacto de paz, que el presidente Petro ambiciona lograr durante su gobierno. A finales de agosto, el nuevo presidente colombiano ofreció este miércoles a los narcotraficantes suspender su extradición a Estados Unidos y otorgarles "beneficios jurídicos" a cambio de que se rindan y abandonen su actividad. Para Adam Isacson, director de veeduría de defensa del centro de análisis Washington Office para América Latina (WOLA), las intenciones del gobierno deben ir mas allá de negociar penas judiciales con estas bandas. “Parece que el presidente Petro está buscando aliviar esta crisis de seguridad negociando algunos tratos penales con los líderes de estos grupos. Esto tal vez puede traer algo de tranquilidad solo si el gobierno, el Estado aprovecha para incrementar su propia presencia”, advierte el politólogo. “Si por ejemplo en un barrio marginal de Bogotá hay una guerra entre bandas y el gobierno negocia con los líderes que entregan sus armas, pero no se incrementa la presencia del Estado en estos barrios, si no hay policías, ni escuelas, hospitales ni trabajo, ¿qué va a pasar?, otro grupo criminal puede dominar muy rápidamente este barrio”. Por otra parte, la fragmentación de las bandas criminales y guerrillas dificulta la lucha contra la violencia. “Hace diez años yo hubiera podido nombrar todos los grupos criminales y armados que tenían más de 100 miembros. Ahora es imposible. Hay una fragmentación, un esparcimiento de grupos violentos mucho más pequeños y menos dominio territorial y que están compitiendo. Es cada vez más parecido a lo que se ven en algunas partes de México”, concluye Adam Isacson. Además de la negociación con los narcos, Petro está en camino de retomar diálogos de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla reconocida en Colombia. Adam Isacson fue entrevistado por Marilyn Lavado.