Con la reciente muerte del llamado “Hombre del agujero” en la Amazonía brasileña, se extinguió el último miembro de una tribu que no mantenía contacto con otros grupos humanos. Su caso recuerda el del centenar de tribus aisladas en peligro debido a la lucha por la tierra y los minerales en esta parte del mundo. Se sabía poco y nada de él. Lo llamaban “indio Tanaru” o “El hombre del agujero”, porque abría pozos profundos en las chozas que habitaba en la Amazonía brasileña, en el estado de Rondonia, fronterizo con Bolivia. Su cuerpo cubierto de plumas fue encontrado sin vida el 23 de agosto en la hamaca de su choza, informó la Fundación Nacional del Indio (FUNAI). Presumiblemente tenía unos 60 años y falleció de muerte natural, tras vivir las tres últimas décadas completamente aislado. Se cree que era el último de su tribu, diezmada en una región peligrosa, afectada por la minería, la deforestación y la invasión de tierras por ganaderos. Comunidad aniquilada “Según todos los indicios y las evidencias recopiladas a lo largo de los años, su comunidad resultó aniquilada a raíz de, como mínimo, dos masacres y dos ataques que hubo por parte de invasores que entraron a su territorio”, explica Laura de Luis, vocera de la ONG Survival International, que monitorea el respeto de los derechos indígenas. El caso de “El hombre del agujero” recuerda que un centenar de tribus sin contacto aún existen en esta parte del mundo: “La mayor concentración de pueblos indígenas no contactados está en la Amazonía, especialmente en Brasil donde, según el Departamento de Asuntos Indígenas, en la zona hay, creo recordar que la última cifra era de unos 114 pueblos. Lo único que es muy complicado verificar es su existencia, porque obviamente no se puede ir y contactar con ellos. Son pueblos indígenas muy vulnerables”, prosigue la especialista. No forzar el contacto ¿Qué hacer entonces para preservar a estas poblaciones del contacto, en una época marcada por una comunicación omnipresente? Según Laura de Luis, “lo que principalmente necesitan los pueblos indígenas no contactados es que se respeten sus derechos territoriales, porque a partir de ahí ellos pueden seguir eligiendo cómo quieren vivir sus vidas y pueden tener esa posibilidad de tener un futuro”. “En cualquier caso”, subraya, “si en un momento dado se fuera a establecer un contacto, ese tendría que provenir de su parte, porque sabemos que el contacto forzoso es el principal causante de la desaparición de estos pueblos. En muchos casos son contactos violentos, pero incluso el que fuera un contacto pacífico podría acabar con la desaparición de casi todo un pueblo, sino de un pueblo completo, porque son pueblos muy vulnerables y no tienen inmunidad frente a enfermedades muy comunes para nosotros, como pueden ser una gripe o un constipado, o ahora, la Covid-19”. En Brasil, más de la mitad de las 800.000 personas que declaran ser indígenas viven en la Amazonía, y muchas de ellas están amenazadas por la explotación ilegal y a gran escala de los recursos naturales de los que dependen para sobrevivir.