La legislatura de la provincia de Tierra del Fuego, en el extremo austral de Argentina, aprobó el miércoles 30 de junio por unanimidad la prohibición de la salmonicultura industrial en el canal Beagle, por considerarla una amenaza para su economía y para el medioambiente. Argentina se convirtió así en el primer país que se pronuncia en contra de ese tipo de producción industrial. En el año 2018 el gobierno argentino y el de Tierra del Fuego firmaron convenios con Noruega, mayor productor de salmón en el mundo junto a Chile, para desarrollar la salmonicultura, es decir la producción industrial de salmones, en el Canal Beagle. Pero los detractores de este tipo de producción se movilizaron, denunciando una industria nociva, con graves daños en los fiordos chilenos, según las organizaciones ambientalistas. “Son como jaulas gigantes que tienen el tamaño de una cancha de fútbol, de superficie, y hacia abajo pueden tener hasta 80 metros”, dice a RFI David López Katz integrante del programa "Sin Azul no hay verde", de la Fundación Rewilding Argentina. “Adentro tienen miles de salmones que pueden pesar desde 1,5kg hasta casi 7kg en promedio. Se tira al interior de las jaulas alimento balanceado, pero los salmones solo alcanzan a consumir un 30% del alimento. Todo lo demás cae al lecho marino. Esto va generando como una capa que prohíbe el acceso de la luz, pudiendo permitir que coexistan otras especies que allí viven como moluscos, crustáceos y otros peces. Además, el salmón, es una especie para poder vivir en ese hacinamiento requiere de muchos antibióticos. Así como se hace con los pollos y con los cerdos cuando se producen de manera industrial, para poder vivir de esa manera necesitan muchos antibióticos por las enfermedades que generan. [Los antibióticos] también va decayendo al lecho marino y contaminando todo lo que está a su alrededor. Esto genera lo que se le llama mar anóxido. Son espacios que empiezan a tener ausencia de oxígeno y no permiten la vida de otros organismos. Entonces las salmoneras se van moviendo a medida que van impactando los sectores para para poder permitir la vida del salmón”. Chile lleva décadas con la salmonicultura, produce el 38% del salmón mundial y se ha convertido, como el cobre, en un pilar de su PIB. El país exporta salmón por más de 5.000 millones de dólares al año y de su industria dependen 70.000 empleos, 20.000 directos. Pero en abril 2021, 5.000 toneladas de salmones murieron por la aparición de algas nocivas, lo que provoca la reducción del oxígeno en el agua y con ello la asfixia de los peces. “Idealmente, [las salmoniculturas] siempre están en zonas de poca incidencia de la marea, del clima, como son los fiordos, como las zonas que tenemos acá en la Patagonia chilena y en Tierra del Fuego, Argentina”, dice López Katz. “Eventualmente, cuando hay una tormenta, se rompen estas jaulas y se genera la fuga de miles de salmones. Una especie que no es autóctona del hemisferio sur, viene del hemisferio norte, como Noruega, Dinamarca, Estados Unidos, Canadá. Entonces, una especie introducida en un volumen tan alto, de manera espontánea, repentina, genera un desequilibrio gigante en el ecosistema . A pesar de que la industria no opera cerca, hoy en Tierra del Fuego cuando pescamos a veces atrapamos un salmón. Y está claro que estos salmones llegaron desde Chile, estamos hablando de quizás miles de kilómetros. Estos salmones, con el tiempo, fueron esparciéndose por la Patagonia y por los fiordos hasta llegar acá. Y van desplazando especies autóctonas, porque el salmón es muy voraz y compite con peces locales”. "Industria agresiva" La prohibición del cultivo intensivo de salmónidos abarca las aguas jurisdiccionales marítimas y lacustres de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, una provincia con una población de unos 175.000 habitantes, precisó el autor de la norma, del Movimiento Popular Fueguino, un partido local. Solamente se autoriza el cultivo y siembra de truchas para fomentar la pesca deportiva, una atractivo turístico y no industrial, muy reconocido en la zona. Una de las caras visibles de la campaña fue el chef fueguino Lino Adillón, emblema de la defensa de los recursos naturales de la provincia y que dejó hace años de ofrecer salmón en su restaurante. Las salmoneras son "como la industria de la muerte, donde ganan plata tres o cuatro pícaros. Es tanto o más agresiva esa industria que la minería", sostiene Adillón que asegura que en la zona hay "productos como róbalo, pejerrey, abadejo, sardinas, cojinova, merluza negra que pueden suplir al salmón". "Hoy, Ushuaia (capital fueguina) está protegida de una industria nociva que ha generado graves daños a los fiordos chilenos y ha impactado seriamente en las comunidades locales durante décadas", agregó la organización ambientalista Greenpeace. Con AFP.