Miles de niños autóctonos abusados o desaparecidos durante más de un siglo: tras la conmoción provocada por el escándalo de los internados este verano, Canadá celebró este 30 de septiembre su primer Día Nacional para la Verdad y la Reconciliación para honrar a las víctimas y reconocer los "terribles errores" del pasado. Canadá se tiñó este jueves de naranja, el color que representa a las víctimas de las residencias escolares para indígenas, con decenas de marchas y eventos en todo el país para recordar a los niños que sufrieron en el sistema diseñado para erradicar las culturas indígenas canadienses. Lea también: Canadá: Conmoción tras nuevo hallazgo de cientos de tumbas de niños indígenas A lo largo del siglo 20, 150 mil niños originarios de los pueblos autóctonos de Canadá fueron llevados a la fuerza a 139 internados en todo el país, donde les cortaron los lazos con sus familias, su lengua y su cultura. En los últimos meses, se han descubierto más de mil tumbas anónimas cerca de estos internados católicos, esclareciendo parte del pasado colonial canadiense y de su política de asimilación de las Primeras Naciones. Plano simbólico "Este trágico descubrimiento nos recuerda no sólo las consecuencias del colonialismo y la dura realidad de nuestro pasado colectivo, sino también el importante trabajo que debemos hacer hacia la reconciliación", declaró el primer ministro Justin Trudeau, cuya retórica sobre los pueblos autóctonos se basa en el perdón y la reconciliación. En entrevista con RFI, Roxana Paniagua, socióloga y especialista en el reconocimiento de los pueblos indígenas en Canadá, afirma que los gestos del primer ministro canadiense hacia las Primeras Naciones se quedan en el plano puramente simbólico: "Trudeau se desmarca del anterior gobierno conservador que tuvo muchos problemas con las naciones indígenas, que se autodenominan Primeras Naciones. Entonces como primer ministro dio unos pasos muy significativos desde el punto de vista solamente simbólico, porque las legislaciones no se acomodan a esos pasos simbólicos: el reconocimiento, pedir perdón por el trato que les dieron…", detalla. Lea también: Canadá descubre la extensión de su política de 'genocidio cultural' indígena Un pasado que se inscribe "dentro de una política asimilacionista pero racista, con un imaginario muy cargado sobre los indígenas como pueblos salvajes, y también con la puesta en marcha de un sistema jurídico que determinó a través de la Ley sobre los Indios que los indígenas son inferiores jurídicamente. Esta ley está presente y consolida de alguna manera una relación de colonialismo interno en Canadá", explica asimismo la docente en el departamento de Ciencias Sociales del Collège Maisonneuve de Montreal. Un viejo problema Por primera vez, la Iglesia Católica de Canadá emitió la semana pasada una disculpa formal a los pueblos autóctonos, citando "el trauma histórico y continuo, así como el legado de sufrimiento y los desafíos que continúan hasta el día de hoy". Según Roxana Paniagua, el problema no es nuevo: la sociedad canadiense sabía lo que había pasado desde fines de la década del 90, con la Comisión Real de Investigación que compiló 3.000 páginas de testimonios de personas que habían vivido "los orfanatos, el maltrato, el abuso –sexual, psicológico, físico". "Y se sabía también, desde hace unos tres o cuatro años, sobre la violencia y la desaparición de las mujeres. Pero no se dieron actos concretos para modificar esto", añade. Sin embargo, los líderes de los pueblos autóctonos reclaman acciones, no sólo palabras. "Una lucha concreta contra el racismo, un verdadero reconocimiento, desde mi punto de vista, supondría modificar leyes de educación, donde los saberes indígenas puedan ser impartidos como saberes de la cultura general de Canadá", y revalorizar a los pueblos oprimidos, quienes vieron sus territorios acaparados por "el colonialismo canadiense, en su faceta primero francófona y después anglófona”, sostiene Paniagua. "El reconocimiento como tal, concreto, de política social, de lucha contra el racismo, de integración de los indígenas, no está", concluye la socióloga.