Chile ha recibido estos últimos años a cientos de miles de migrantes sobre todo de Venezuela, Haití, Perú y Colombia. Los candidatos a la segunda vuelta de las presidenciales tienen propuestas muy distintas para enfrentar este fenómeno. El Barrio Estación Central de Santiago tiene aires de pequeña Caracas porque hay numerosas tiendas con productos venezolanos. En la acera, con un cucharón, entrevistamos a Jesibel, una venezolana de 19 años, quien sirve “chicha”, una bebida dulce. "Yo trabajé muy duro en Bogotá. Logré reunir el dinero suficiente para comprar los tiquetes y venir (a Chile). Tengo pasaporte colombiano, mi mamá es colombiana. Mi suegro, quien ya estaba en Santiago, me dijo: ‘vente, aquí hay más oportunidades, hay más trabajo’. Yo me he dado cuenta de que aquí es tranquilo". Con su relativa estabilidad institucional y su dinamismo económico, Chile atrajo a migrantes de todo el continente. La población extranjera pasó de 300.000 en 2012 a 1,5 millones en 2021. El gobierno de Sebastian Piñera abrió las puertas del país a los venezolanos, pero las cerró cuando se inició la pandemia. En la frontera norte, donde se concentran los campamentos de migrantes en situación precaria, se han registrado reacciones xenófobas. "La migración ha cambiado. Se ha precarizado más. Se ha registrado un aumento importante de los ingresos por los pasos habilitados. El año pasado fueron alrededor de 16.900 mientras que este año, en julio, fueron más de 20.000", nos explica Waleska Ureta, directora de la ONG Servicio Jesuita a Migrantes. Una de las causas de este fenómeno tiene que ver, según Ureta, con la pandemia, pues "el cierre de las fronteras hace que, obviamente, las personas sigan viajando de todas maneras porque se agudizan las crisis en sus países". Ante esta situación, el candidato de extrema derecha, José Kast, ha prometido una "tolerancia cero con la migración ilegal”. También promete “mano dura” con la creación de una “zanja fronteriza, el despliegue de militares y penalizar a las ONG que ayudan a los migrantes". Su rival, el candidato de izquierda Gabriel Boric insiste más bien en incentivar la migración regular con permisos laborales en función de las necesidades de mano de obra y propone también coordinación con los países vecinos para una mejor repartición de la migración.