En Argentina, tres años de crisis económica y 16 meses de pandemia hicieron que más de siete millones de personas cayeron en la miseria, y los niños son los primeros afectados. El 45% de la población, y el 65% de los menores viven por debajo de la línea de pobreza. En las villas, la situación de los más jóvenes es dramática. Reportaje. Por nuestro corresponsal en Buenos Aires, Théo Conscience. Unos niños van corriendo detrás de los perros callejeros, entre los escombros y las carpas improvisadas. Con una sonrisa triste, Noelia mantiene un ojo sobre su hija: “Ella es mi hija, se llama Melina”. Ella y un centenar de madres solteras con 175 niños ocupan este predio de la Villa 31, porque no pueden pagar un alquiler en este barrio pobre de Buenos Aires. Lluvia y frío “Ya es casi un mes que estamos con nuestros niños acá, bajo la lluvia, el frío, ante los mosquitos, los insectos, ante estos fríos de cero grados como ayer a la noche, nuestras narices congeladas ahí durmiendo…”, cuenta Noelia. En el suelo permanecen desechos y escombros. Con escobas y palas, unas madres tratan de limpiar lo que hace poco era un basural. La cara ojerosa, Andrea indica la carpa en la cual duerme con sus tres hijas. “Es muy triste ver a los chicos acá en estas condiciones porque están sin luz, sin agua, sin baño. Sólo estamos abajo de una carpa. O sea que estamos sin nada”, describe. Estas familias duermen sobre colchones húmedos en el suelo, en pleno invierno austral. Con la pandemia, perdieron los trabajos informales que les permitían subsistir. Dependen de las organizaciones sociales para comer, se lamenta Alicia, de 29 años: “Comemos lo que nos traen, vivimos con lo que podemos… Hay días que te traen comida, hay días que no traen”. Amenazas de desalojo Además, estas familias viven temiendo un desalojo en cualquier momento. La ciudad, a quién pertenece el predio, se niega a negociar y encontrarles una vivienda digna, como lo explica Mónica Zarate, del Movimiento Popular la Dignidad: “La única respuesta del gobierno, en vez de una mesa de diálogo, fue la policía. Hoy amanecimos con dos topadoras y camiones de policía”. El gobierno de la ciudad justifica esta amenaza de desalojo por el proyecto de construcción de una escuela. Para Andrea, es una falsa excusa, teniendo en cuenta que los niños ya están escolarizados en el barrio. “¿Por qué tantas escuelas, si los chicos no tienen dónde vivir? Primero, tendría que ser una casa, y después las escuelas, obviamente para su futuro. Pero sin una vivienda, me parece que tampoco hay futuro”, denuncia. Lamentablemente, esta situación de extrema precariedad es frecuente en Argentina. En el Gran Buenos Aires, se estima que de cuatro chicos que se sientan en una mesa, sólo uno come todos los días.