Mientras los peruanos todavía esperan que se anuncie el resultado final del balotaje presidencial del 6 de junio, el candidato izquierdista Pedro Castillo es objeto de racismo según reporta desde Lima nuestro corresponsal. “Terruquitos, terruquitos, no se escondan, no se escondan, quiero verlos, quiero verlos, en la fosa, en la fosa” cantan de manera amenazante mientras, marchaban por las calles de Lima, manifestantes de ultraderecha que rechazan la elección como presidente del Perú del izquierdista Pedro Castillo. En Perú "terruco" es sinónimo de terrorista y la derecha lo usa para descalificar a la izquierda. Y también tiene un fuerte contenido racista, porque esa derecha que marcha amenazante, identifica a los sectores populares, a los pobladores andinos y rurales como "terrucos". Esos sectores le han dado la victoria a Castillo, a quien la derecha también llama "terruco". En un país con profundas inequidades y exclusiones, desigualdades que tienen una fuerte marca racial, el triunfo electoral de Castillo, un profesor rural de origen andino, ha sido la victoria del Perú marginado, de los pobres, de las poblaciones andinas y rurales, menospreciadas por las élites del país.Para esas poblaciones excluidas, la victoria de Castillo es una reivindicación y una esperanza. “Esta es una campaña abiertamente racista contra Pedro Castillo y sus seguidores”, dice a RFI el sociólogo Alberto Adrianzén. “Hay que tener en cuenta que el triunfo de Castillo, es un triunfo plebeyo, popular provinciano, serrano. Es decir de las regiones que aquí se llaman sierra, que es parte andina. Allí han votado masivamente por Castillo y también debe ser entendido como un voto contra Lima, donde Keiko Fujimori más del 60%”. Las élites lo ven como una amenaza. Esto ha hecho aflorar en esas élites el racismo históricamente presente y que ahora se expresa abiertamente con un lenguaje violento. “Yo creo que Fujimori está buscando el desborde violento”, dice Adrianzén. “Me parece que el objetivo de incrementar el racismo es buscar, como quiere la derecha, un enfrentamiento con la gente de Castillo y sus electores”. Keiko Fujimori y la derecha tratan de deslegitimar la victoria de Castillo, denunciando sin pruebas un supuesto fraude. Buscan anular las elecciones y promover una polarización en la que crecen estas expresiones racistas y violentas. El conteo oficial del balotaje, que llegó al 100% hace dos semanas, dio a Castillo el 50,12% de los votos sobre el 49,87% de Fujimori, pero la candidata pidió revisar miles de votos y por eso aún no ha sido proclamado un ganador. La palabra final la debe dar el jurado electoral, que no tiene plazo perentorio para proclamar al vencedor.