Este viernes, Chile y Bolivia se enfrentan en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya por el río Silala. Un afluente internacional para los chilenos, pero para los bolivianos, unas aguas que nacen de manantiales de su propiedad. La disputa empezó en 2016 cuando Chile presentó una demanda por estas aguas. En el año 2016, Chile presentó sorpresivamente una demanda por las aguas del Silala, en medio de otro pleito entre ambos países en la Corte Internacional de Justicia, en el que Bolivia pidió obligar a su vecino a negociar una salida soberana al mar, lo que fue rechazado por el tribunal de La Haya en octubre de 2018. Río internacional La demanda por el río Silala se dio después de que Chile aceptara el pago del 50% del uso de las aguas en un preacuerdo alcanzando con Bolivia en mayo de 2009. Pero Bolivia planteó dos años después que el pago debía ser desde la concesión de las aguas a Chile a principios del siglo 20, reconociendo así una deuda histórica. Heraldo Muñoz, quien era canciller en 2016, cuando Chile presentó su demanda, asegura que su país tiene argumentos sólidos en este proceso: “Bolivia aceptaba que éste era un río internacional y que Chile tenía derechos al uso de las aguas. Y eso cambió, pese a que había declaraciones de la Cancillería boliviana, del Gobierno boliviano, estableciendo claramente que éste era un río internacional”. “Pese a que Chile buscó una negociación con Bolivia, lamentablemente eso no ocurrió, y estamos entonces en esta situación en que Bolivia, bajo el Gobierno de Evo Morales, amenazó a Chile con cortar el flujo y además manifestó que Chile estaba robando esas aguas”, detalla el excanciller. Uso de las aguas y prevención de los daños Como consecuencia, “Chile pide básicamente que la Corte Internacional de Justicia de La Haya declare, primero que es un río internacional, segundo que le corresponde a Chile el derecho de un país ribereño a un uso razonable y equitativo de esas aguas”, prosigue Muñoz. Además, “se le pide a la CIJ que Bolivia realice acciones de prevención de cualquier daño a la cantidad o a la calidad de las aguas que fluyen hacia nuestro país, y finalmente que Bolivia informe y colabore con las medidas que permitan evitar, prevenir cualquier daño a las aguas del río Silala”, concluye. El Silala tiene una extensión de 10 kilómetros, seis de los cuales cruzan a territorio chileno. Este país usa el 37% de las aguas del Silala, para abastecer la ciudad de Antofagasta, y el resto lo usa en la minería del cobre, metal del que es el principal productor mundial.