La sorpresa finalmente se confirmó y Daniel Noboa será el próximo presidente de Ecuador. Hijo de Álvaro Noboa, el hombre más rico del país, el nuevo presidente es relativamente desconocido como político. Ante sí tendrá numerosos desafíos, el principal, frenar la ola de violencia en Ecuador ¿Qué esperar de su presidencia? Al decir “mañana empezamos a trabajar para reconstruir un país que ha sido gravemente golpeado por la violencia”, Daniel Noboa tiene muy claro cuál es el primer desafío que debe afrontar tras su sorpresiva y finalmente victoriosa carrera a la presidencia: la violencia, en un país que cerró el año pasado con más de 2.500 crímenes violentos, y donde uno de los candidatos presidenciales, Fernando Villavicencio, fue asesinado en plena campaña por sicarios. El hecho de que sean elecciones anticipadas hace que su mandato no sea completo, sólo durará hasta 2025.Violencia: “El tiempo es muy corto”“La diferencia de Noboa frente a otros candidatos más bien de derecha, es que no tenía un discurso tan autoritario basado en el punitivismo penal, pero sus propuestas tienen que ver más con la militarización de los puertos, el uso de tecnología de punta, especialmente de origen israelí, para controlar las fronteras, los puertos, las aduanas”, explica a RFI Alexis Medina, profesor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Besançon.Pero, señala, “el problema es que el tiempo es muy corto para resolver un problema estructural tan fuerte como es el de la violencia en Ecuador. Y por otra parte, esta ola de violencia tiene que ver con eventos que también escapan al control del presidente, es decir, tiene que ver con la reconfiguración de las rutas del narcotráfico en particular”.Economía y medioambienteOtro reto es relanzar la economía: “Daniel Noboa intentó construir la imagen de un hombre joven, pragmático, más bien como de centroizquierda. Pero detrás de este discurso y de toda la comunicación política, finalmente lo que él promueve es un modelo de desarrollo bastante clásico”, comenta Alexis Medina.“Uno de sus proyectos”, precisa el profesor, “es atraer las inversiones extranjeras creando zonas francas, es decir, zonas donde las empresas transnacionales que se instalen no paguen impuestos y donde también se puedan aplicar normas laborales específicas que no sean las del código laboral que se aplican en el resto del país”.Además, contará con el problema de que sus ingresos por petróleo se verán mermados tras el plebiscito a favor de terminar con la explotación del yacimiento del Parque Nacional Yasuní. Los pueblos indígenas pueden suponer además una feroz oposición ante cualquier política contraria al medioambiente.“También dependerá de la resistencia que susciten sus reformas entre los movimientos sociales, en el movimiento indígena que es el más poderoso. Puede ser en reformas laborales, puede ser en reformas que busquen acentuar el extractivismo, digamos, extender la frontera petrolera, profundizar la minería a gran escala, ese tipo de cosas”, concluye Medina.