Miles de migrantes que quieren ir a Estados Unidos quedaron varados en México en plena pandemia y en condiciones infrahumanas. Estados Unidos cerró las puertas y obliga a México a recibir a los deportados y a quienes esperan respuesta a su solicitud de asilo. RFI recorrió la Ciudad de México recogiendo testimonios. Tanto en su frontera norte como en la sur, México enfrenta una crisis humanitaria sin precedentes por los miles de indocumentados que requieren atención sanitaria, médica, legal y psicológica. El compromiso con Estados Unidos a cambio de no pagar aranceles, lo obliga a frenar la migración, mientras que el programa Quédate en México dicta que todo solicitante de asilo en la Unión Americana debe esperar la respuesta en México, sin importar su nacionalidad. El gobierno de la Ciudad de México acondicionó un centro deportivo para recibir a los migrantes que llegaron a pie. Las caravanas y el crimen organizado “Todo el mundo saca provecho de los indocumentados, desde los traficantes de personas hasta el tendero que les vende agua o comida al doble del precio. Los migrantes sufren todo tipo de abusos como robos, secuestros, violaciones, extorsiones, y nadie mueve un dedo para protegerlos o hacer justicia”, denuncia el periodista Alberto Nájar, que lleva años investigando el tráfico de migrantes. Ya no hay polleros (traficantes de indocumentados) independientes. Todos fueron absorbidos por el crimen organizado transnacional y cobran miles de dólares llevar a alguien a la frontera norte. Actúan impunemente pues cuentan con la complicidad y protección de autoridades corruptas. Las caravanas son gratuitas y se organizan por WhatsApp. Las más pequeñas fueron disueltas por los agentes migratorios, pero las gigantescas arrancaron, una el 23 de octubre y la segunda en noviembre. A pesar de que la Guardia Nacional intentó impedirles el paso, el tsunami la avasalló. Una de las medidas disuasorias fue la prohibición de abordar vehículos motorizados. La policía y la Guardia Nacional bloquearon carreteras para obligar a los migrantes a caminar. Como consecuencia, las familias con mujeres embarazadas y niños recorren 15 kilómetros por día en condiciones climáticas extremas. Quien se queda a la zaga corre el peligro de ser capturado y deportado. Los migrantes que esperaron por meses en Tapachula, en la frontera de México con Guatemala, una visa humanitaria que les permitiera cruzar el país sin ser detenidos, se hartaron y se unieron a las caravanas. Muchos de ellos son haitianos que partieron de Chile y Brasil. Las visas humanitarias con validez de un año podrán ser solicitadas a partir del 3 de enero. Uno de muchos dramas RFI habló con un migrante hondureño que duerme en la calle. Contó que llegó a México huyendo de las pandillas de su país que lo obligaron a vender droga por lo que terminó en la cárcel. Al término de su condena y ya en México, intentó ir a Estados Unidos como polizón montado en el lomo del tren de carga llamado La Bestia. “No subí bien y al resbalar mi pie quedó entre la vía y la rueda de tren. Me querían cortar toda la pierna, pero al final sólo perdí el pie. Me consuelo con aguardiente barato”, narró. México ha recibido más de 130 mil solicitudes de refugio, ha deportado a casi 83 mil personas, y la Oficina de Aduanas de Estados Unidos contó 1,7 millones indocumentados en la frontera con México.