Desde hace semanas, la selva amazónica está asolada por terribles incendios. En varios estados de Brasil e incluso en Bolivia, la población se asfixia bajo una espesa capa de humo. Las consecuencias para la salud son graves, advierten especialistas. En el sur de Brasil, en el estado de Rio Grande do Sul, el cielo está cubierto por una película gris que opaca el brillo del sol. El origen de este fenómeno se encuentra, sin embargo, a cientos de kilómetros de distancia, en la Amazonía brasileña. Desde hace semanas, incendios forestales se han disparado en la selva amazónica, abarcando miles de kilómetros. El estado de Rondonia, en el noroeste, es uno de los más afectados. En julio se registraron más de 1.600 focos de incendio. En las tres primeras semanas de agosto se han superado los 2.100. Además de los peligros propios del fuego, el humo se ha convertido en un problema de salud pública. La pasada semana, el índice de partículas finas en el aire llegó a ser 55 veces superior al máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud. “Para las personas que están cerca de las quemas es terrible, porque tienen que respirar el humo todo el tiempo. Por ejemplo, en Porto Velho, en Rondonia, todos los años la ciudad tiene humo. Hay muchos casos de internaciones en hospitales porque las personas se enferman, porque están respirando el humo”, indica Cristiane Mazzetti, portavoz de Greenpeace Brasil. Lo que sucede en la Amazonía no se queda en la AmazoníaLa condensación del humo es tal que no solo viaja por Brasil, sino que ha llegado asimismo a Bolivia, también afectada por incendios forestales en la región de Santa Cruz. “Hay una corriente de viento que trae la lluvia, pero cuando no hay la lluvia, la corriente trae el humo también. Esto solo muestra que lo qué pasa en la Amazonía es un problema también en regiones distantes de la Amazonía. Es muy grave”, precisa Cristiane Mazzetti. El origen de los incendios es una mezcla peligrosa entre actividades humanas y las crecientes temperaturas en Brasil, explica Christiane Marchetti: “Es un cóctel peligroso. El fuego es iniciado por personas. No es algo natural en la Amazonía. Puede ser para renovación de áreas de ganadería y también de agricultura. Puede ser también para finalizar el proceso de deforestación y ahora, por este periodo que va desde julio hasta noviembre, que es la estación más seca en Amazonía, vuelve más frecuente la ocurrencia del fuego.”Leer tambiénAfectada por una sequía precoz, la Amazonia vive una situación ‘crítica’