La herida sigue abierta 30 años después y la memoria de las víctimas continúa viva en el corazón de todos los argentinos, ya no sólo de la comunidad judía. Cuando se produjo aquel atentado de inmediato comenzaron las tareas para rescatar los archivos que allí se guardaban. Un trabajo significativo, que permitió preservar grandes fragmentos de memoria histórica, social, comunitaria y cultural. Fue el 18 de julio de 1994. Aquel día la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) fue escenario de uno de los ataques terroristas más devastadores. A las 9:53 de la mañana, un coche bomba explotó frente al edificio ubicado en Pasteur 633, en el barrio de Once, causando la muerte de 85 personas y dejando más de 300 heridos. La herida sigue abierta 30 años después y la memoria de las víctimas continúa viva en el corazón de todos los argentinos, ya no sólo de la comunidad judía.La escritura, los textos que conservan la memoria, son parte esencial de la cultura judía. Cuando se produjo aquel atentado, hace ahora 30 años, de inmediato comenzaron las tareas para rescatar sobrevivientes, y también para rescatar los archivos que allí se guardaban. Gracias a esa labor, se lograron conservar todo tipo de documentos, decenas de miles, que son constitutivos de la comunidad judía argentina, un trabajo significativo, que permitió preservar grandes fragmentos de memoria histórica, social, comunitaria y cultural, como nos cuenta nuestro corresponsal en Buenos Aires, Natalio Cosoy (escuche el reportaje audio que acompaña este artículo).Bajo el lema “El terrorismo sigue, la impunidad también”, el acto central de este jueves reunirá, nuevamente, a todas las voces comprometidas en apoyar el reclamo de justicia, denunciar la impunidad persistente en la causa, y recordar a las personas asesinadas. “No sabés lo que se siente escuchar el nombre de tu hermano y que todos menos él digan presente”, asegura Rosa, hermana de Ángel Claudio Ubfal, al comienzo del video de convocatoria al acto.Ninguna persona ha sido condenada por el atentado aunque la idea, planificación y ejecución fue acreditada por la justicia argentina a manos de integrantes de Hezbollah con el apoyo logístico de Irán y una conexión local.